Dime, ¿quién te gustaría que te escribiera un email?
El email de Brian
Hace unos días leí el mejor acto de comunicación que he visto nunca.
Yo lo vi hace poco, pero quien lo contaba le pasó hace años. Tantos que no sé si continuará haciéndolo, pero estoy por intentarlo.
Brian Kurtz tenía una costumbre que yo no había visto a nadie más.
Y es que Brian no sólo envía emails como sistema de venta, también los enviaba a cada persona que le pedía contacto en LinkedIn.
Tú le envías una solicitud de contacto a Brian, él mira tu perfil y si ve que ahí puede haber algún tipo de relación o sinergia, te envía un email personal (además de aceptarte en su red de contactos, supongo).
A ti, de Brian a ti, con tu nombre y todas sus cosas.
A ver, que si eso lo hago yo, más de uno pensará que la pedrada que tengo es bien grande, pero si el que lo hace es uno de los mejores profesionales del marketing directo, pues ya es otro cantar.
Lo que ocurrió con la respuesta que recibió Brian de uno de esos contactos al recibir su email es una historia sobre conexiones que merece la pena conocer.
En la última
newsletter te hablé sobre dos empresarios que habían dado a su vida un giro de 180º por la forma de ver la comunicación y convertirse en dos de las personas más influyentes de los últimos tiempos, sobre todo uno de ellos, desgraciadamente.
Dos polos opuestos con un mismo fin, las personas y la comunicación.
Esta semana no
me ha escrito ningún suscriptor, pena, penita pena, seguro que no han podido porque están de lleno leyendo el libro que sugerí y que es tan bueno para entender a la persona que tienes delante, que no vas a perder ni una venta más.
Bueno, lo mismo sí, pero oye, y lo que estás aprendiendo qué, eh.
La semana
ha sido movidita en redes sociales, Instagram cada día da menos visibilidad si no te rascas el bolsillo, o sea que yo pierdo seguidores igual que cuando era chica con el bolsillo roto lleno de canicas.
Mi hermano pequeño, siempre detrás mía, porque sus piernas eran más cortas porque en listo me ganaba, las iba recogiendo (seguro que tiene a todos los seguidores que me faltan) para acabar con la bolsa de canicas más grande que la mía.
Mi Twitter tiene la suerte de contar con compañeros de profesión con tantos consejos, hilos, listas, lo que si, lo que no, libros, documentales, películas, beneficios, características, que está a punto de que salga corriendo.
Claro que lo mismo la culpa la tengo yo por ser la aburrida de la clase que no “aporta valor”.
Y vuelvo a acordarme de Brian,
“No se trata de tener la mayor cantidad de contactos, lo es de tener a las personas más significativas en tu vida y asegurarte de que si eres la persona más inteligente del lugar, estás en el lugar equivocado”.
Estoy en el lugar adecuado porque no soy la más lista, eso sí, limpieza sí que necesita ese Twitter mío.
Yo también hago listas
y la de tu proyecto debe tener unas pautas a seguir a pesar de los trastornos del algoritmo.
- Utiliza redes sociales si tu potencial cliente se encuentra ahí.
- No tienes por qué utilizarlas todas.
- Investiga dónde se mueve, qué necesita y ahí tienes que estar para dárselo.
- Las redes sociales son un escaparate, ponlo bien bonito y directo a que quieran entrar a través de unos textos persuasivos que lleven a la venta.
No sé si teniendo un negocio no eres nadie si no estás en redes sociales, pero te aseguro que no lo serás si a pesar de tenerlas, tu producto o servicio no engancha, emociona y lleva hasta conseguir lo que necesita: vender.
Y sobre todas las cosas, para llegar a las ventas, dirígete a tu potencial cliente.
No a alguien que vende lo mismo que tú, sino a quién busca lo que tú ofreces, porque seguidores no son símbolo de ventas. Chimpun.
Si te interesa saber más sobre cómo las palabras de tu proyecto online influyen en las ventas, hay una newsletter semanal que te llega con la emoción de la tranquilidad de un domingo por la mañana.
El de la relajación del desayuno de casi una hora. El hacer que la programación sea caminar por una nueva ruta o tumbarte bajo la sombrilla mientras el único sonido que te llega es el romper de las olas.
El de aprovechar el fresquito que te ofrece la última exposición del museo.
Pero antes… storytelling con ideas sobre ventas para tu proyecto entre ese café con churros que te metes entre pecho y espalda cada domingo por la mañana.
P.D.: La persona que contestó al email de Brian le contó que estuvo en un congreso que él organizó años antes cuándo tan solo era un novato en esto del marketing, y que desde ese momento todo fue hacia arriba en su profesión. Mira a tu alrededor porque nunca se sabe quién va a ser útil para tu negocio.