El asiento nº20
Es posible que en un principio esto no te parezca una publicación sobre persuasión y ventas.
También puede que ocurra que a la mitad ni te interese (si es que llegas) y no sigas leyendo, pero en ese caso te vas a quedar sin saber el final del primer capítulo de “cuando zarpa el amor”.
Esta historia es verídica de principio a fin, como en una película de A3 (he cambiado nombres por si me hago famosa contando esto y me piden derechos de autor, uggg Scar).
Ahí lo dejo, aunque si no sigues leyendo te vas a quedar sin saber de qué va esto.
Nos vamos de viaje
Una vez hice un viaje sola. Tengo vértigo y si no lo pienso me subo en una noria, así que hace unos años (cuando era joven y me creía invencible, puff, eso no ha ocurrido jamás) me fui a Londres durante cuatro días, sola.
No sé inglés, no sé mochilear y no tengo orientación (directamente soy una suicida viajera).
Un noche fui a ver el musical El Rey León.
No había entradas para Mamma Mía y pensé que un leoncillo rugiendo mientras baila iba a ser mejor, teniendo en cuenta mi situación lingüística, que ver Los Miserables.
Me gustó tanto que de la emoción quise agarrar del brazo a la persona de al lado, una desconocida (española) que me miró con cara de terror al ver tanto entusiasmo.
Resumen del viaje: Una y no más
(al menos de forma voluntaria).
Vuelta al redil
Hace unos dos años busqué un viaje para hacer sola, un viaje corto, sin salir de España, cerca de casa y con guía, por favor, las personas cero orientación agradecemos ver el paraguas rojo de un guía a lo lejos y ser un borreguito para no despistarnos del resto del rebaño (al menos yo).
Ese fue el primero de algunos más que he hecho a lo largo de estos dos años donde el primero fue por visitar una ciudad que quería conocer y el resto, lo confieso, por la necesidad de desconectar.
(Churumbeles, “marío”… el club de las malas madres, malas tías, malas primas, malas nueras, lo tenemos ocupadísimo).
Me gusta conocer y lo que aporta hablar con gente que no he visto en mi vida y que seguramente no volveré a ver jamás, en una situación agradable como puede ser un viaje de tan solo un día, qué quieres que te diga, llámame rara, yo lo llamo networking viajero.
(Mucho más bonito, donde va).
Y así un par de veces al año.
Hasta que llega el día en que algo tiene de especial al resto.
El asiento nº18
Me daba un poco igual en qué consistían todas las visitas del viaje, pero ¡quién dice que no a conocer cualquier pueblo de Cádiz!
Seis de la mañana, el despertador suena, me despierto… y me vuelvo a dormir. Más tarde, una voz de ultratumba me despierta, “¿Tú autobús no sale a las 7? te lo digo porque son las 6.30”.
Odio “el tempraneo” tanto como pagar un viaje que voy a perder, así que sin apenas respirar me convierto en la mujer bala hasta llegar al autobús y a mi asiento, el que me ha adjudicado la agencia de viajes, el número 20.
El guía está tan dormido como yo porque me indica, y me siento, en el 21-22, hasta que llega la pareja que debe ocupar el 21-22.
(Comienza el baile de asientos).
Y válgame la sin razón, el nº20 ya lo han ocupado otras personas, así que sin pensarlo, que son las 7 de la mañana, no me ha dado tiempo ni a tomarme el café ni a pintarme las pestañas, me siento en el único asiento que queda libre, al lado de Rafa, el nº18.
Rafa y yo nos saludamos y no hablamos hasta después del desayuno.
Una fábrica de conservas
Tras el desayuno nos ponemos en marcha de nuevo, y con la cafeína necesaria en el cuerpo, Rafa y yo comenzamos a conservar.
Es alto, delgado, educado, parece una persona reservada, de unos setenta años, y viste de una forma cuidada.
(Está bien, está bien, sé lo que estás pensando, pero si lleva una camisa de cuadros, de marca… buena, de las que tiene animales, combinada con unos pantalones chinos, ese hombre piensa cada mañana lo que se va a poner…que siiii).
No sé su apellido ni el día de su cumpleaños, pero después de hablar durante una hora sobre el tiempo, el paisaje, olivos, vacas y famosas (pasamos al lado de Cantora) comienza a contarme algo sobre su vida.
Y es el momento donde se me encoge el corazón.
Y llega nuestra primera parada. Una fábrica de conservas famosa si no en el mundo entero al menos sí en el pueblo.
Lo confieso. Si llego a saber en qué consiste este proceso hasta pienso saltarme este paso del viaje, pero fallé en uno de los procesos más importantes de un copywriter, la investigación.
Nos dividen en dos grupos para la visita a la fábrica, así que Rafa y yo vamos en grupos distintos.
Yo estoy en el mismo que Ana.
Desde el primer momento me fijo en ella. Su cara y gestos de despistada es carne de cañón de alguien que viaja sola y es una observadora de la vida y las personas (que no cotilla).
(Y combina a la perfección una camisa de distintos tipos de lunares con sus pantalones… yaaaa, pero no puedo evitarlo).
Llega uno de los mejores momentos del viaje, conozco a la atractiva y dicharachera rubia de rizos de oro.
¿Cuántos tipos de clientes tiene tu proyecto?
Cuando viajas varias veces sola te das cuenta de los distintos tipos de personas que hay en cada uno de ellos y como se repiten los mismos patrones.
No importa el viaje, ni las personas (ni las camisas de cuadros de marca, de la buena), todos tenemos un tipo de perfil y el mundo está lleno de almas gemelas.
En un viaje en grupo de estas características encontramos:
- El cliente que protesta por cualquier cosa.
- El que da una clase magistral de como se debe cocinar, bien, un plato (porque lo que le han puesto en el restaurante no vale ná).
- El que se pasa dos horas contando chistes.
- El que busca novio/novia y relata con pelos y señales como se encuentran ciertas partes de su cuerpo (que mal rato).
- El que te deja quedarte en el lado de la ventanilla, no sin antes aclararte que es el suyo.
- El que se alegra ver que como ella, hay alguien más que viaja sola (yo).
- El observador de la vida y las personas (¡que no soy cotilla!).
- El que cree en el poder de la persuasión, sin saber ni que existe (Rafa y Ana).
Al igual que al hacer un mapa de empatía para tu proyecto existen distintos tipos de buyer persona.
Cada uno de ellos tiene unas necesidades, cada uno de ellos busca algo distinto, pero todos esperan algo, que le aportes algo de valor.
Porque todos quieren lo mismo: ser únicos.
Y así debes debes proyectar los textos de tu negocio, estudiando cada uno de los perfiles de tu cliente objetivo para poder ofrecer lo que necesita.
Al potencial cliente de este viaje le da igual la gasolina que utiliza el autobús y si al guía ese día le duele la cabeza, lo que quiere son los beneficios de tener un día agradable, olvidar durante un día que el gobierno ha congelado las pensiones, pasarlo bien, comer mucho, reír, y volver a repetir experiencia.
¿Seguimos la pista a la pareja protagonista?
Frente al mar
No sé en qué momento exacto es el que Ana y yo nos conocemos. Solo sé que está a mi lado en una fábrica con un olor a pescado que tumba, disfrazadas con bata, gorro, mascarilla, patucos y tiene un arma de destrucción masiva para ella, un móvil.
Desde la primera foto que le hago sonriendo al lado del pescado cadáver, para enseñarla a su nieto, me adopta como acompañante-fotógrafa de por vida de viaje.
Hicimos buenas migas, me habló, la escuché, y se me encogió el corazón por segunda vez.
(La vida es muy complicada si la soledad no es buscada sino impuesta).
De peces a unas cervezas frente al Atlántico solo pasa una hora, la primera en la que Ana y Rafa se conocen y hablan por primera vez.
De como a la viuda de los rizos de oro le hacen los ojos chiribitas (y no por la cerveza) solo pasan 5 minutos.
De cómo pasé de ofrecer mi asiento nº18 por su nº4 mientras alargué una llamada que tenía por teléfono hasta el infinito para que se quedasen a solas, apenas 30 minutos.
De pasar a ser la más joven de los tres hasta llegar a convertirme en carabina, 30 segundos.
¿Hubo baile de asientos?
Nada de intrigas, no.
Cada uno seguimos en nuestros números, aunque ya nada volvió a ser igual. Es el momento en el que sale la psicología de vendedora para entender si una persona busca algo y no sabe cómo conseguirlo.
Cuando una vendedora muestra al cliente que dar un paso adelante y querer avanzar, tiene más beneficios que perjuicios.
Siguiente parada: tengo nuevo asiento.
El nº2 ya es mío.
(Acabo de convertirme en “el Juan Imedio” de las agencias de viajes).
¿Pero tú en qué trabajas?
Mi nueva posición de asientos me trae un nuevo personaje, uno que hasta ese momento se me había escapado, el guía.
Es el que da la cara con todo el peso que eso conlleva para ofrecer beneficios a su potencial cliente.
Porque cuando pregunto a un cliente sobre su buyer persona y contesta todos, entro en catatonia world.
En este caso la agencia de viajes vende a todos, desde la madre que va con su hija adolescente, el fotógrafo que ese día no quería conducir, o yo, la loca fugada de la familia, pero su cliente objetivo es:
- Parejas de mediana edad.
- Que busca un viaje económico y con todas las comodidades.
- Visitas adaptadas a su movilidad.
- Información minuciosa y paciencia.
- Diversión en grupo.
El papelón de un guía siempre es de traca.
Escuchar es una de las premisas para ofrecer beneficios (y vender).
Así que, micrófono en mano después de cada visita, recorrido, almuerzo, desayuno o cena, el guía es el encargado de preguntar en un estudio de mercado en vivo y en directo lo que les ha parecido el viaje.
Como estoy en posición nº2 tengo información de primera mano, que para eso soy la observadora de la vida (ejem).
El guía, intrigado por toda la situación que se ha vivido durante el día en el autobús del amor, me pregunta y le cuento.
“¿Todo eso te han contado y ocurrido, pero, chiquilla, tú de qué trabajas? (escribo textos para vender, ¿necesitáis copy?).
Según la RAE:
Engatusar: (una de las palabras más oídas por lo bajini durante el viaje): Ganarse la voluntad o el favor de una persona adulándola o aparentando tener ciertas cualidades que en realidad no se tienen.
Persuadir: Conseguir con razones y argumentos que una persona actúe o piense de un modo determinado.
Y tú ¿engatusas o persuades con los textos de tu página de ventas o emails para mejorar ventas?
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P.D. 1.: No sé como acabará la persuasión entre Ana y Rafa, pero por un día se olvidaron del gobierno y la subida de la luz para solo pensar en persuadirse mutuamente.
P.D. 2.: El fotógrafo sin ganas de conducir era el asiento nº5, y ya tiene presupuesto de los textos para la renovación de su web (crucemos dedos).