Una de autobombo.
En el colegio no se me daban mal los idiomas. Hasta hubo una temporada que recibí clases de italiano.
Iba por todos lados diciendo felice di fare la tua conoscenza como si hubiese nacido entre monedas de la Fontana di Trevi.
Eso quedó en el olvido. Ahora solo me autocastigo viendo las series inglesas de Netflix en versión original sin enterarme de nada.
A golpe de subtítulos y gafas de miope.
Así escucho la voz profunda y oscura del brujo Geralt, que debe tener una faringitis de órdago.
O el tono bonito del hijo pendón de los Bridgerton.
La primera (y única vez, para qué me voy a poner moños) que me pidieron una página de ventas también en inglés dije no.
Casi me da un algo.
Lo bueno es que ahora ya puedo decir sí.
Y no es que Netflix haya realizado el milagro de la Navidad.
Es que estoy rodeada de gente más lista que yo, que piensa, habla, corrige y escribe en inglés. Ohh my god!
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