Es posible que ahora mismo hayas dejado el trabajo.
También es posible que hayas pensado «¡ni emprendedor ni ná de ná!
Aunque a lo mejor has visto dar vueltas los bombos de la lotería, agarrando como si fuese el Titanic tu billete de lotería de Navidad, con la incertidumbre si al final del concierto de millones vas a ser DiCaprio o Winslet.
Lo que yo hice mientras los niños cantaban millones de euros fue hacer la compra al supermercado, corriendo, para variar, atravesar pasillos con el carro de la compra chocando con las esquinas como si fuese una ama de casa sulfurada y abandonada de película de antena3 (que no falte la magia de la Navidad), pero mientras estaba en la fila de caja ocurrió algo.
Calla, ya verás cuándo te cuente.
Por megafonía no dijeron la promoción del día, ni el precio de las coles ni del dichoso brócoli. Que va.
Lo que anunciaron a bombo y platillo es que lo mejor para estar al día y ser el primero en enterarte de las mejores promociones es suscribirse a su newsletter.
Se me ha quedado el cuerpo de cesta de Navidad con jamón del bueno y turrón de té matcha de Albert Adriá (algo incomprensible, pero ahí está).
¿Estás pensando que el supermercado del barrio tiene newsletter y tú aún tiene tu lista de suscriptores más muerta que la cara de Miércoles?
¿Empieza a salirte la arruga en el entrecejo porque no tienes contacto con ese cliente que le gustó tu producto y nunca volvió?
¿Qué tienes una promoción estupenda y solo usas las redes sociales como si no hubiese un mañana?
El próximo correo llega en festivo porque no solo no me ha tocado la lotería, es que no quiero dejar de contarte cómo mantener contacto con tus clientes para que vuelvan una y otra vez.
Porque sigo siendo pobre, pero decente (como la Morgan) y además tengo el premio gordo con lo que hago.
Porque el mejor regalo no es solo hacer lo que te gusta es poder ganarte la vida con ello.
𝘗.𝘋.: Psss, el supermercado era ALDI (sin comisión ni «ná», es que no hay derecho).