Cuidado con el delfín.
Las corrientes no tienen porque ser malas, siempre que no seas una caballa.
Durante las corrientes de mar se forman bancos de caballa que las sacan de su acomodado fondo y que los delfines aprovechan para empujarlas hasta casi el exterior.
Parecía tonto el delfín.
Al verse desde el exterior, los alcatraces caen en picado a una velocidad que ya quisiera Leclerc y hacen escabechina de caballa.
Después llega el resto de los comensales, incluido el implacable tiburón que dejan el fondo marino cubierto de bonitas escamas plateadas… de caballa.
Porque seguir una corriente no siempre es malo, siempre y cuándo sepas a dónde te lleva y que no te coma al tiburón.
Y esto es importante en la vida (me vengo arriba, en plan trascendental) y en tu negocio.
El mar está lleno de peces, pero no todos los peces necesitan de tu producto. Sólo, y ya es mucho, céntrate en las personas que buscan encontrar una solución a algo que tú das.
Comienza desde tu propuesta de valor con palabras que se entiendan fácilmente y que motiven querer seguir leyendo, crear curiosidad por querer saber más.
No utilices las mismas palabras manidas y repetitivas para ese pedazo de proyecto que tienes sólo porque lo hacen todos los demás.
Habla de forma directa a tu potencial cliente y dile como le vas a dar eso que busca desde las primeras palabras.
Como una especie de presentación de ascensor, ya sabes, ese que en apenas unos segundos tienes que hablar sobre tu proyecto y convencer para que te elijan a ti.
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P.D.: No es tan bonito el delfín como lo pintan… Aplicar storyelling en un negocio es tan importante como utilizar las palabras adecuadas cuándo hablas. En tu mano está saber utilizarlas cuándo te diriges a tu potencial cliente.