Me preguntó si lo hago todos los días, yo le contesté que si.
Escribo todos los días.
Aprendo a escribir, a escribir para vender, cada día.
Lo hago como si fuese mujer de campo, y el campo no descansa ni un solo día.
Sé que entre coger papas, manejar un tractor y estar cómodamente sentada en mi silla Kinkelflower escribiendo, no hay nada en común.
Lo sé.
Lo sé porque sin ser mujer de campo mi madre tuvo que ir al campo.
Y lo sé porque sin ser hombre de campo mi padre fue al campo.
Yo escribo cada día y pongo palabras para que las papas se vendan con las palabras adecuadas. Para contar la historia de esas aceitunas y que lleguen a la mesa con la mejores ganas.
Degustar, saborear. El placer.
Por eso escribo y aprendo todos los días.
Lo que no hago todos los días es enviarte un correo.
Eso, si tu quieres, lo hago para que te llegue entre sorbito y sorbito de café el domingo mientras te cuento la importancia de aplicar copywriting a tu proyecto.
Y vendas tú.
Y venda yo (aunque no sean aceitunas 😉)
Si te interesa saber más sobre la importancia de los textos en tu proyecto online, dale al botón.
𝘗.𝘋.: El copywriting se aplica a casi cualquier producto o servicio, incluido algo tan común como es una papa.
Papas a lo pobre.
Papas arrugadas con mojo picón.
Papas con choco
Patatas gratinadas
Papas bravas… copywriting en tu mesa.