Te engaño si te digo que la culpa la tuvo la vendedora.
La satisfacción de ver (muchas hasta llegar a los ojos vueltos) etiquetas con segundas rebajas, las ganas de café y la decoración del local, fueron lo que me paró en seco y entrar en su local.
Me equivoqué. Sólo hubo algo que hizo que me sentara.
La forma de venderme un bocadillo.
Dos trozos de pan con ingredientes más que conocidos y exquisitos, y que ella trasladó al mundo de las emociones gastronómicas en cada uno de la descripción de sus ingredientes, hicieron que me sentara.
Ni te cuento el café… ni te hablo un bocado de la tarta de limón. De diez para arriba.
A veces se olvida la importancia de saber vender. De la comunicación con el cliente y la empatía.
Porque se pierden clientes, y se fidelizan aún menos, si se sabe mucho de un negocio sin saber transmitir.
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P.D. 1.: Pan crujiente de semillas con aguacate y queso, con aceite de oliva virgen extra y un toque de sal negra del Himalaya.
P.D. 2.: Café de especialidad con un olor que inunda todo el local y suave espuma de leche de almendras. Una maravilla de ingredientes, una estupenda atención al cliente.